En 2016 Natsaha Ednan-Laperouse, de 15 años, compró en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, un bocadillo antes de embarcar en un avión con destino a Niza y lo consumió durante el vuelo sin saber que contenía sésamo.
El caso ha llegado esta semana a los juzgados británicos en los que se investiga si etiquetado del alimento y la atención que recibió a bordo del avión fueron correctos.
Pero la cadena de comida rápida Pret a Manger se defiende alegando que en sus bocadillos preparados en las propias tiendas ahorran costes evitando el etiquetado, pero que tanto en su página web como en las tiendas se puede obtener la información sobre el contenido en alérgenos. Actualmente se cuestiona en los tribunales si está acción es suficiente o habría que revisar los medios para suministrar información al consumidor.